fbpx La psicología del trading discrecional | Trading de Futuros Pasar al contenido principal

La psicología del trading discrecional

La psicología del trading discrecional

Analicemos el estado mental desde el que tenemos que operar si utilizamos un sistema discrecional, pero comencemos por establecer la diferencia entre este tipo de trading y un trading más mecánico.

Si una persona quiere aprender a ser consistente en el mercado, necesita interiorizar un sistema de trading que le permita participar poniendo la probabilidad de ganar a su favor, y debe desarrollar la disciplina necesaria para ejecutar  dicho sistema sin desviarse. El trading mecánico es muy interesante desde el punto de vista pedagógico porque facilita una operativa lo suficientemente cerrada como para que sea muy fácil saber si una persona está cumpliendo sus reglas o no. Así, un alumno que aprenda un sistema mecánico sabrá rápidamente si está desarrollando la disciplina.

Un sistema mecánico lo que hace es confinar los parámetros que forman una oportunidad a un conjunto muy preciso de condiciones. Si el mercado cumple con esas condiciones hay señal y en caso contrario no la hay. Un sistema discrecional no es tan cerrado y así, a pesar de limitar claramente lo que es una oportunidad, deja al juicio del operador otros elementos de tipo contextual, de manera que, entrar o salir del mercado no es solamente la aplicación automática de un conjunto de reglas, sino más bien la conjunción de dichas reglas, con la información de lo que el mercado está haciendo a nivel estructural.

Un trader que opere con un sistema mecánico deja la responsabilidad de tener una ventaja sobre los demás participantes al diseño de dicho sistema. La base estadística que le permite operar se encarga de inclinar la balanza a su favor. Por el contrario, un trader que utilice un sistema discrecional asume un nivel de responsabilidad mucho mayor dado que, más allá del cumplimiento de cierto tipo de condiciones, el trader deberá ponderar otra información menos definida.

Pareciera pues que un sistema mecánico es más fácil de manejar, y de hecho así suele ser. Entonces ¿por qué utilizar una operativa más compleja? Por un elemento muy importante: los sistemas mecánicos quedarán obsoletos con los cambios que aparecen continuamente en la composición mercado.

En ese caso, el trader se verá abocado a ir reinventando su sistema mecánico una y otra vez. Si es capaz de hacerlo con suficiente rapidez podrá amortizar su inversión en tiempo y energía antes de que el sistema quede de nuevo fuera de juego. Si es lento en ese trabajo irá siempre con la sensación de estar un paso por detrás del mercado.

Un sistema discrecional, por su propia naturaleza, evita la necesidad de tener que hacer ese tipo de ajuste constante. Los motivos que subyacen a una oportunidad permanecen constantes y así, la entrada al mercado está basada siempre en los mismos principios a saber: Compramos en una zona en la que la Demanda sobrepasa a la Oferta, y vendemos en una zona en la que la Oferta sobrepasa la Demanda.

El trabajo pues de un trader que utilice un sistema discrecional pivota alrededor de la identificación de esas zona de desequilibrio.

Ahora bien, sabemos que una variable fundamental en el camino hacia la consistencia, es la capacidad de gestionar nuestra emoción en el mercado. Este reto queda fácilmente dominado con un sistema mecánico puesto que el operador se desapega del resultado individual de una operación. Toma todas y cada una de las señales de su sistema y sabe que la ventaja estadística del mismo le hará ganar.

Este tipo de desapego es muy interesante y permite superar la mayoría de los bloqueos de los traders novicios. Sus resultados ya no dependen de sus decisiones subjetivas, sino más bien de la aplicación mecánica de un conjunto de reglas. El resultado final en su cuenta de explotación es la consecuencia de la aplicación de dichas reglas y la responsabilidad  es de la arquitectura del sistema que emplea, no del operador.

Con un sistema discrecional esto no es así. El trader debe de asumir un grado de responsabilidad muy alto sobre sus resultados. Al fin y al cabo es él quien pondera la información, quien la integra y quien decide participar o no. Si gana la satisfacción no tiene parangón, si pierde el dolor emocional suele ser mayúsculo puesto que no hay nadie que le excuse.

Luego, viendo que el reto en la gestión emocional es mucho mayor en un sistema discrecional, ¿por qué iba alguien a querer utilizarlo? Por una razón de peso: la estructura del mercado es constante, y una vez se ha comprendido permite participar sea cual sea la composición de dicho mercado. Un sistema discrecional puede refinarse, pero los motivos de fondo vienen siendo los mismos ahora que en 1.900 o que en los mercados de seda de la Osaka del Japón medieval.

Compramos con la Demanda, vendemos con la Oferta.

Un sistema mecánico es interesante en las fases iniciales de la formación como trader porque permite el desarrollo de la disciplina, pero exige al trader la flexibilidad suficiente para ir cambiando de sistema rápidamente. Hasta hace pocos años dichos cambios aparecían espaciados en el tiempo, y los traders mecánicos tenían oportunidad de amortizar su inversión en tiempo y energía antes de que su sistema quedase obsoleto, pero la aparición de las nuevas tecnologías, y la crisis global, han incrementado la velocidad a la que cambia el mercado lo que lleva a la obsolescencia a la mayoría de sistemas mecánicos antes de que puedan ser rentabilizados.

Ahí es donde un sistema discrecional gana altura. Su aprendizaje es más complejo por el hecho de que la operativa no está tan cerrada y exige al trader una excelente disposición emocional, pero a cambio le ofrece algo que perdura en el tiempo.

¿Cuál es pues el estado emocional desde el que debemos operar un sistema mecánico? Debemos de ser capaces de tomar decisiones con información parcial. Ese es el reto. En un sistema mecánico la orden de compra o de venta está parametrizada: si sucede A + B + C sabemos lo que tenemos que hacer, pero en un sistema discrecional esto no será así. Más bien lo que pasará es que tendremos que decidir, con la información de la que disponemos, si estamos en un momento en el que la Demanda desbordará a la Oferta y en esa caso compraremos, o estamos en un momento en el que la Oferta desborda la Demanda y ahí venderemos. Pero lo deberemos de hacer en un sistema abierto, con información parcial, y sin tener confirmación.

Si una persona ha aprendido a operar con un sistema mecánico, hacer la transición a un sistema discrecional no suele ser fácil, porqué exige un cambio de mentalidad. Ya no se trata de esperar que sucedan cierto conjunto de elementos, sino más bien es cuestión de integrar un conjunto de información muy amplio que indica o no la existencia de cierto desequilibrio.

No existe la confirmación de la entrada, cosa que sí sucede con un sistema mecánico. Tampoco es posible dejar la responsabilidad a un lado. En un sistema discrecional el operador tiene que asumir que es el autor de todas y cada una de sus decisiones, de manera que los resultados que obtiene son fruto de su interpretación. Ese es un reto importante.

El premio por asumir dicha trabajo es disponer de la capacidad de interpretar cualquier mercado a prueba de cambios. Al entender la estructura que permite que un mercado exista, y qué es lo que tiene que suceder para que el precio se mueva, el operador termina tomándole el pulso al mercado y es capaz de conseguir un tipo de resultados sostenibles en el tiempo.

A su vez, este tipo de sistemas hacen imprescindible la gestión del centro emocional desde el cual el operador actúa. No puede haber el menor desequilibrio en el control de la respuesta emocional, ya que eso alteraría la capacidad con la que el trader integra la información. Sabemos que el miedo bloquea nuestra capacidad de observar y no podemos tomar decisiones acertadas bajo su influencia. De ahí que, si bien este tipo de sistemas son tremendamente potentes, los operadores se vean obligados a ganarse primero a ellos mismos.

En el trading discrecional nuestro mejor amigo y nuestro mejor enemigo son una y la misma cosa: nuestra mente. Así, cualquier éxito en esa profesión, siempre viene precedido del trabajo interior.

Comentarios

Muchisimas gracias Gonzalo!!!. Tu aporte, pone en valor las bondades del sistema Discrecional.

Gracias a ti Diego pero el artículo es de Vicens, así que hay que felicitarle a él :)