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LA HISTORIA DEL TRADER PERFECTO

LA HISTORIA DEL TRADER PERFECTO

Un día, después de su ritual de preparación para la operativa en la sesión de Londres, que consistía en un poco de ejercicio físico, una ducha de agua fría, un par de cafés y el trazado de las zonas y los momentos en los que su sistema le podría dar oportunidad de participar, sucedió algo aparentemente insignificante: su sistema le proponía entrada corta en un retroceso, la narrativa del contexto era marcadamente bajista pero no estaba claro si el precio reaccionaría en la zona más cercana o en la ligeramente superior.

Él no quería quedarse fuera de una potencial caída que anticipaba que podría llevarse los mínimos del mes. Pero tampoco iba a entrar simplemente porque el precio llegase a la zona de trabajo. 

Tenía claro que una de las condiciones de su sistema era una confirmación en un marco más rápido y así, se decía: “si el precio reacciona en la primera zona y me da ahí la entrada la tomaré. Pero, si en lugar de reaccionar a la baja sigue el retroceso y reacciona en la segunda zona, será en esta segunda zona en la que entraré. Si el precio no reacciona, cosa que me extrañaría, me quedaré fuera esperando un cambio en la estructura”

Una agradable música de jazz sonaba de fondo mientras él prestaba atención al desarrollo del precio que, tal como había anticipado, se estaba acercando a la primera zona. Sin duda estaba reaccionando lo que le daba pistas sobre el potencial interés vendedor. No quiero precipitarme así que aguardaré a la confirmación, tal como marcan los cánones, se dijo, y una vez el precio comenzó a confirmar la reacción se incorporó al movimiento. Estaba dentro y el potencial recorrido a la baja suponía un bonito beneficio.

El precio mostró el tipo de reacción bajista que era de esperar lo que le agradó, pero su alegría duró poco porqué esa caída cesó rápidamente. El precio está respirando y podría hacer un pequeño retroceso para testear nuestra paciencia y convicción. Lo que busca, probablemente, es que las manos más débiles suelten sus posiciones. Ya conozco estos trucos, se dijo, pero la sombra de la duda se había sembrado en su mente y una pregunta malévola le comenzó a corroer: Si el precio sigue el retroceso en mi contra ¿es mejor que salga con full stop y que entre de nuevo en la zona superior, o me puedo ahorrar el stop y aguardar una potencial reacción en esa segunda zona? Ya sé que, si no salgo y dilato el stop aumentar mi riesgo, pero no es menos cierto que, si asumo la pérdida y después, unos pocos ticks más arriba debo entrar de nuevo en corto, asumiré un nuevo riesgo que será, en definitiva de una magnitud parecida a la suma de los stops de ambas operaciones, pero al menos me habré ahorrado las comisiones.

Enfrascado en estos pensamientos el precio siguió el movimiento en su contra y él vió como su mano cancelaba las órdenes de stop: Aguardaré una potencial entrada en esta segunda zona y aumentaré mis posiciones para aprovechar un precio medijo más favorable, se dijo, y efectivamente, cuando el precio llegó a esa segunda zona y mostró un claro compromiso bajista, confirmando la entrada, él aumentó sus posiciones a sabiendas de que asumió un riesgo mayor del que establecía su sistema. Tengo claro lo que hago pero es una oportunidad que bien vale la pena aprovechar. Una vez dentro del mercado se relajó al ver que el precio se movía a la baja y, para mitigar una cierta tensión psicológica decidió alejarse de la pantalla para preparar una nueva taza de café.

El aroma que salía de la cafetera le llevó a Colombia y recordó uno de los viajes más bonitos que había realizado. Pero sus ensoñaciones fueron interrumpidas por un mal presagio. Su mente había disparado una señal de peligro. Sentía que algo iba mal así que salió precipitadamente de la cocina para regresar frente a la pantalla y en el interín entendió lo que su subconsciente trataba de decirle. Al cancelar los stops de las primeras órdenes y entrar en la segunda zona había dejado sin protección las primeras posiciones. Si el precio se movía en su contra quedaría atrapado y es justo lo que sucedió: el mercado, tras su segunda entrada, había realizado un breve movimiento bajista, para retroceder a continuación, llegar a la zona en la que tenía los stops de esa operación y sacarle con una pérdida, pero había dejado desprotegidas las posiciones de la primera entrada y el precio, había roto el punto de control y se encontraba en máximos del día tras un desplazamiento acelerado inesperado. Él estaba atrapado en una posición perdedora tan abultada que le paralizó.

Tenía que salir, debía asumir su error y aceptar la pérdida pero no se decidía. Después de tanto tiempo haciendo las cosas bien esa pérdida iba a suponer un mordisco que se resistía a soportar, y mientras se encontraba evaluando sus opciones el precio hizo otro desplazamiento rápido al alza. Ahora sí que la había liado, se estaba ahorcando y sentía terror a cerrar sus posiciones. Nunca había tenido que asumir un coste tan elevado en una sola operación, y aunque en el fondo se trataba de una suma aceptable, en su mente era una especie de derrota a la que no quería sucumbir. En su imaginación vió la posibilidad real de asumir la pérdida para ver a continuación una caída a un precio mejor, lo que le mantuvo indeciso el tiempo suficiente para un tercer desarrollo contrario del precio que le hizo saltar el corazón en su pecho ¿Qué haría ahora? Era una cantidad demasiado grande por un pequeño fallo.

Miró un gráfico mayor para ver la estructura de fondo y al confirmar que seguía siendo bajista a medio plazo se tranquilizó un poco. Tal vez pueda aguantar el retroceso sin abrir la mano y aguardar a una caída que me libre de asumir esta pérdida. Sí, eso es lo que haría. El precio iba a seguir el desarrollo en su contra pero antes o después aparecería la caída y podría salir en el punto de entrada o quizá, se decía, con un pequeño beneficio.

Pocos días más tarde, agotado por las noches de insomnio, se rindió. Había perdido la mitad de su cuenta y el trabajo de los últimos meses, y lo más grave, había perdido la confianza en sí mismo y en su sistema.

Había estado repasando sus entradas, su operativa y sus reglas. Se sentía frustrado y traicionado. ¿Cómo era posible devolver al mercado tantas horas de esfuerzo? ¿Cómo podía ser que un solo error le costase tan caro?

El sentimiento de desolación le empujaba a abandonar. No quería seguir implicado en una actividad que jugase con sus emociones de esa manera, pero hacía tiempo que le había mordido la serpiente del trading y no concebía una renuncia tan grande así que se entretenía buscando nuevas formas de operar el mercado, nuevos conceptos y modelos, y ese era, una vez más, el principio del fin: cambios en su sistema que le situaría en el nivel más bajo de su desempeño y le llevarían a cometer nuevos errores, lo que sellaría más su confianza y le movería a introducir más cambios y a explorar nuevas opciones, y así, saltando de sistema en sistema disimulaba su responsabilidad.

¿Es que acaso era el sistema lo que estaba fallando? ¿No tenía suficiente conocimiento? ¿Le faltaba información? ¿O más bien lo que necesitaba era trabajar sobre su autocontrol?

Todos podemos cometer un error, pero dejar que el error perdure es nuestra responsabilidad. Sin la capacidad de hacer lo que debe ser hecho nunca estamos blindados ante la posibilidad de vivir una experiencia parecida y si debemos vivirla cuando antes suceda mejor. El 50% de una cuenta de 10.000$ son 5.000$, el 50% de una cuenta de 300.000 son 150.000$.

Lo más pernicioso de este caso no es cometer un error, ni tan solo que el error haya costado una pérdida de la mitad de la cuenta. Ese error podría haber pasado desapercibido si el mercado hubiera caído tal como el trader preveía. Lo más pernicioso es que el intento de solucionar el problema aleja al trader de su responsabilidad. Mientras él busca un nuevo modelo, sistema y mercado, la semilla venenosa sigue latiendo en su interior.

La incapacidad de hacer lo que uno debe hacer, sin culpa, sin resentimiento, por principio, con disciplina y sojuzgamiento, es la marca de los mejores operadores. 

Recuerda, el mejor momento para cortar una pérdida fué hace un minuto, el segundo mejor momento es ahora. Pero el precio podría regresar y dar una mejor oportunidad. Si, pero también podría escapar en un movimiento direccional y bloquear tu capacidad de responder. Si te has equivocado sal. Puede que el mercado haga más adelante lo que anticipas, como puede ser que no lo haga pero tu operativa no se basa en deseos y sueños, sino en principios sólidos e inquebrantables.

Nuestro amigo de la fábula puedes ser tú. Es mi deseo que te pongas en sus zapatos ahora para que reflexiones sobre el mejor curso de acción para ti, antes de que sientas las balas silbando a tu alrededor